Todos los relatos que integran este libro están marcados por una asombrosa sobiedad, el mejor recurso para eliminar el "yo narrador" que suele enturbiar muchas buenas ídeas de cuentos. En relatos tan posiblemente personales como el protagonizado por un músico, en otros que son reminiscencias de un tiempo perdido y que el autor no intenta recuperar desde la angustia, pues sabe y demuestra que también el limbo de lo perdido es un espacio lleno de vida, o de otros en los que el exilio se explica a través de anécdotas pletóricas de humor y ternura.