Cuando el emir Zayyán ibn Mardanis entregó Valencia a los infieles, su hija Amira fue ofrecida en prenda al Conquistador. Desde aquel funesto día Amira caminó los más insospechados derroteros de la mano de la reina Violante, primero, y del médico Yahya ibn Yaqub al-Farrá, después, con el rumor de la guerra siempre presente. Si la reina de Aragón dejó una profunda huella en la joven Amira, el maestro al-Farrá devino pronto un referente, la luz de un faro que iluminaría todas sus inquietudes y anhelos. De su boca conoció los secretos y los rituales de la botánica mágica, y juntos alcanzaron el misterio principal de la alquimia: la extracción del espíritu del vino, el agua que ardía. Tras quince años de conflicto, la invasión feudal de La Montaña los abocó al exilio, pero el destino de Amira la aguardaba agazapado en el interior de una cueva por abrirle las puertas del inframundo y mostrarle el camino.
De nuevo el colapso andalusí en los territorios de La Montaña, el conflicto que mediado el siglo XIII enfrentó a las huestes de Jaime I con los partidarios del visir al-Azraq, se convierte en el escenario de una novela que, en esta ocasión, transcurrirá trepidante de la mano de Amira, cuya historia dará origen a una de las leyendas más antiguas, fascinantes y arraigadas de nuestro imaginario colectivo: el mito de las náyades, de las mujeres de agua, de las encantadas.