Fournel es un buen escritor y apasionado ciclistas y ello se deja ver en todo el texto gracias a su estilo ágil, con cambios de ritmo y dinamismo a raudales, se antoja parejo al que debe tener pedaleando sobre su bicicleta. Con una salvedad: mientras que montado en el sillín en ocasiones nos confiesa pájaras, caídas y pinchazos, durante la lectura no encontraremos ni un solo amago de desfallecimiento en cuanto a la intensidad narrativa.
Es en definitiva uno de los mejores libros escritos hasta la fecha sobre ciclismo y especialmente sobre ciclistas aficionados, aquellos para los que la bicicleta es mucho más que una pasión, es puro "bicio".