Durante 25 años, José Fajardo ha recorrido miles de kilómetros buscando y entrevistando a cerca de mil hombres y mujeres, custodios de saberes y conocimientos tradicionales al borde de la extinción. En palabras de Alonso Verde, prologuista y compañero de las correrías de Fajardo, han trasegado sierras, collaos, vallejos, cañadas, lagunas, lavajos, vegas y muchos de los pueblos, cortijos, quinterías y aldeas de las cinco provincias de Castilla-La Mancha.
Cuando canta la Garlocha recopila algunas de las historias que han ido surgiendo durante estos años, distribuidas a lo largo del ciclo solar y natural de las estaciones. Es un homenaje a todas esas personas sencillas que han habitado y habitan nuestros campos, aldeas y pueblos. Personas que tienen un conocimiento muy profundo de su entorno.
Este libro reivindica la dignidad de la cultura rural y su valor como conocimiento acumulado durante siglos, dinámico y capaz de solucionar nuestras necesidades a lo largo de generaciones, con sus grandezas y sus miserias, con sus capacidades y limitaciones. Ni debemos ni podemos olvidar las antiguas relaciones entre el ser humano y su medio. Hay que retomar la solidaridad, el respeto y eliminar el ansia por el beneficio económico a toda costa.
Dicen que si una persona tiene una manzana y se la da a otra, uno de los dos gana la manzana y el otro la pierde, pero no es así en el caso de la cultura. Si una persona sabe hacer pleita y enseña a otra, el que sabía hacerla conserva su conocimiento, que ahora es compartido, y el que no sabía hacerla se enriquece.
Colaboran y enriquecen el libro, Aneta Tarmokas con sus ilustraciones a partir de grabados y, entre otros, Carmen Fuentes Escribano y Ricardo Beléndez, autores de excelentes fotografías que retratan con gran sensibilidad la naturaleza.