Valencia, afortunadamente, es múltiple, porque cada uno de sus barrios sigue manteniendo características propias a pesar de la imparable evolución. Elegir el del Carmen y el de Ruzafa obedeció a una transformación intrínseca más que a la arquitectónica.
Ruzafa ofrece hoy un abigarrado dinamismo que abarca desde los comercios a los lugares favoritos de los intelectuales dados a la pintura, performances, exposiciones, jazz, conciertos y tertulias en librerías. Es este aspecto, numerosos artistas han dialogado largamente a la vez que mostraban la "nueva Ruzafa" de sus estudios al transformar lo que fueron talleres industriales abandonados.
EN CUANTO AL CARMEN, se rinde homenaje a los escasos artesanos que permanecen y se expone la vitalísima acción de los museos, en lo que antaño fueron centros caritativos. Página de asilos para huérfanos, ancianos y pobres, que los jurados y la pujante aristocracia fundaro para acallar conciencias. Y junto a la conversión de centros culturales, como el espectacular Centro del Carmen, el de los claustros románico y renancentista, la palpitante calle de Caballeros, cita para noctámbulos por sus restaurantes, bodegas de vanguardia, lugares para el encuentro sin prisa en la despedida, Como señalan las guías, es el barrio de la "marcha", delo impensado, del gozar por vivir.