AA.VV
Tanto monta, monta tanto. Érase una vez cuatro valles vecinos, casi hermanos, que compartían maneras, tradiciones y paisaje. Tenían diferentes marcas de identidad, eso sí, pero se asemejaban en muchos aspectos culturales y sociales. Atesoraban todos ellos poblaciones de alta montaña, casonas de piedra renegrida, de blanco encalado algunas, envueltas en el verde y húmedo paisaje de las primeras estribaciones de entidad de la cordillera.