Las Tierras del Ebro que nos describió Sebastià Juan Arbó han pasado a mejor vida. Los payeses están motorizados y ya no "eructan sangre" entre el barro, la "Ribera" se ha convertido en parque natural, las aves protegidas conviven con los ornitólogos ocultos entre los cañaverales y las bicicletas de los turistas barceloneses y sus larvas (los "quemacus") pueblan caminos asfaltados. El río, sin embargo, agoniza. En estas tierras entretanto turísticas, pero aún marcadas por el ritmo de la cosecha del arroz (de abril a octubre), Manuela y el doctor Kroete buscan la consigna de las consignas que les permita sobrevivir. La jota de la consigna quiere ser también un tardío homenaje a los "enversadors" de la Ribera del Ebro, especie desprotegida y en vías de extinción.