Visitar la Patagonia, desde Chubut hasta Tierra del Fuego, era el viaje que siempre había deseado. Tenía pendiente encontrarme con mi pariente, cuyo bisabuelo fundó Banco Sabadell en Buenos Aires. Decidimos ampliar el viaje hasta Chile para visitar el Parque de las Torres del Paine y hasta Brasil para explorar las cataratas de Iguazú desde la parte brasileña. Al final, formamos un grupo de ocho mujeres entusiasmadas con viajar. Estoy agradecida y me siento feliz por haber sido testigo de los tesoros naturales de las tierras patagónicas, el sorprendente espectáculo de Iguazú, la incomparable belleza de los paisajes argentinos y por haber conocido Buenos Aires, una ciudad llena de contrastes y vitalidad. Estas vivencias me han dejado una huella imborrable en el alma, recordándome siempre la magnificencia y la generosidad de la naturaleza. Os animo a sumergiros en el relato de mi aventura y a dejaros inspirar por la magia de estos lugares extraordinarios.
Conxita Tarruell i Llonch
Es un placer crear cuentos de la naturaleza que me ha rodeado en este viaje. Os hago una degustación de uno de los cuentos ubicado en la Península Valdés: «Los pingüinos son aves que hace muchos años habían tenido alas y podían volar. Con el tiempo se les quedaron más cortas, pero con la ventaja de que, al convertirse en aletas, les sirven para nadar. Sus pies tienen el típico aspecto palmado, que les ayuda a tomar impulso cuando nadan; el cuerpo es totalmente rígido, y todo ello les facilita avanzar con una buena velocidad en el mar. Martina siempre piensa en cómo podría volver a volar».
Rosa Pi Masvidal