El Pirineo es un mundo de contrastes: al oeste, montañas plácidas que se transforman en bravas aristas en su zona central; al norte, bosques húmedos y profundos valles; aridez en el Prepirineo meridional; y hacia el este, cimas elevadas que van perdiendo fiereza en busca del Mediterráneo. Son montañas de altitud notable, con frecuencia por encima de los 2.000 metros, así como un buen ramillete de macizos que superan la cota 3.000. Estos últimos han sido tratados en muchas publicaciones. Por el contrario, las montañas de altitud menor resultan ser grandes desconocidas para muchos pirineistas.