El gran viaje no está en salir a buscar nuevas tierras, sino en mirarlas con nuevos ojos". Asà escribÃa Marcel Proust. SugerÃa una forma de ver las cosas a quien es viajero, se siente viajero o querrÃa ser viajero, pero sólo busca nuevas tierras, como quien quiere componer un puzle o coleccionar trofeos, pero no tiene ojos nuevos para ver. Porque el desierto africano que se abre ante nuestros ojos, los océanos que colman la vista, las esculturas de piedra de los parques norteamericanos, las sorprendentes costas europeas o las pequeñas plazas de las ciudades históricas necesitan ojos que sepan mirar más allá de las cosas. Para ser siempre diferentes y mantener la unicidad en la pluralidad. Unos ojos que ven más allá de lo que miran. La vuelta al mundo excita la fantasÃa, estimula el deseo e inspira los sueños. Y además despierta en el viajero empedernido una metáfora que lo engancha durante dÃas enteros para planificarla, hasta descubrir que la vuelta al mundo está en el fondo en su corazón. Reconocer vibraciones impensadas, deseos sometidos, vÃas de escape y sueños de niño. Cuando uno se pregunta cuál